
La ministra de defensa Nilda Garré ordenó que toda la flota de Mirage de la Fuerza Aérea Argentina permaneciera en tierra hasta aclarar los motivos del accidente del día 1/5, en el que murió el teniente Marcos Alberto Peretti. Eso sería análogo a detener todo el tránsito de automóviles Ford del país porque chocó un Ford Fiesta en la ruta 7, lo cual, obviamente, no sucede.
Este es el quinto evento de este tipo, en poco menos de dos años.
Si la ministra duda del mantenimiento de las naves de sus armas, las que ya han demostrado graves deficiencias, como en el caso del rompehielos Irízar, debería detener también los Hércules, los A4, los Pucará, los Etendard, las fragatas, los helicópteros, los tanques, los camiones de transporte de tropa y toda otra maquinaria que esté en dudosa (si no nula) situación de mantenimiento. Después de todo, ya lo hizo con el radar de Ezeiza.
Gracias a la astucia del secretario general de la presidencia Parrilli, las aeronaves que transportan al Presidente de la Nación, ya no dependen de la ministra Garré.
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