Sunday, bloody sunday

El domingo 24 de junio, el partido oficialista, Frente para la Victoria, sufrió dos derrotas. Una, la gobernación de Tierra del Fuego. Otra, la jefatura de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Una, contra la izquierda. Otra, contra la derecha. Ambas por balotaje.

No sería esto nada llamativo dentro de una democracia, salvo por el hecho de que el propio Kirchner ha provocado que la gente se polarizara en su contra. Quizás la culpa no sea totalmente suya, sino de quienes lo rodean: sus ministros Fernández, Miceli, Garré, Iribarne, Ginés, que lo obedecen, lo adulan, lo "obsecuentan" y le temen. Todos ellos dan una imagen de absolutismo que a la gente le cuesta tragar cada vez más.

Como cuando en las internas peronistas de 1988 Cafiero dijo "el pueblo se equivocó" (al votar a Menem), el propio derrotado Filmus se atrevió a insistir con una frase lamentablemente similar: "Nos sentimos orgullosos que los docentes, científicos, intelectuales, que los que piensan, hayan estado de nuestro lado". No hizo más que explicar el por qué el 61% de los porteños y el 52% de los fueguinos no simpatizan con Kirchner.


Pensará el presidente Kirchner: domingo maldito.
Pensarán los demás políticos: domingo sangriento.
De cualquier manera: sunday, bloody sunday.